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Consagración

 LA  CONSAGRACIÓN de la ESCLAVITUD MARIANA

  1º- Qué es?

La consagración o la santa esclavitud de Amor, -como dice San Luis María Grignion de Montfort-, en su obra "El Secreto de María", consiste en darse todo por entero, como esclavo, a María y a Jesús por Ella; y además, en hacer todas las cosas con María, en María, por María y para María. En su obra "El tratado de la verdadera devoción" lo explica más detalladamente.

    

Siendo así, que toda nuestra perfección consiste en estar conformes, unidos y consagrados a Jesucristo, la más perfecta de todas las devociones es, sin duda alguna, la que más perfectamente nos conforma, une y consagra a este divino modelo. Y pues, María es, entre todas las criaturas, la más conforme a Jesucristo, se sigue que, la mas perfecta de las devociones, la que más consagra y la que mas conforma a Nuestro Señor es la devoción a su Santísima Madre. Y cuanto más se consagre un alma a María, tanto más se unirá a Jesucristo -y por tanto-, la perfecta consagración a Jesucristo no es otra cosa sino una perfecta y total consagración de sí mismo a la Santísima Virgen. Esta es la devoción que  yo enseño-dice el Santo-; y en otros términos podría decirse que es una perfecta renovación de los votos y promesas del santo Bautismo.

 

 

 

 

¿Cuándo Consagrarse?

Se recomienda hacer la Consagración en un día dedicado a la Virgen,

nosotros hacemos esta consagración en la Festividad de

"La Anunciación y Encarnación del Señor a la Virgen Santísima" (25 de Marzo)

y en la Festividad de "Inmaculada Concepción de María" (8 de Diciembre),

pero pueden ser otras fechas como:

    2 de Febrero:     La Presentación del Señor y la Purificación de María

    28 de Abril:       San Luis María Grignion de Montfort

    31 de Mayo:      La Visitación del Señor

   15 de Agosto:     La Asunción de María

¿Cómo Consagrarse?

Se recominenda hacer una "Preparacion" previa de 33 días antes para la Consagración,

siendo como un caminito del alma para llegar a la cima en que nos esta esperando nuestra

Madre la Virgen Santísima. Consta de:

12 días:    Vaciarse del espíritu del mundo

 7 dias:     Conocimiento de uno mismo

 7 días:     Conocimiento de María:

 7 días:     Conocimiento de Jesucristo

Disponemos del librito que facilita esta practica:

  • nos lo puede solicitar aquí 
  • lo puede visualizar/descargar aquí

 

 

¿Dónde hacemos la Consagración?

Nosotros hacemos la Consagración en:

la CAPILLA NUESTRA SEÑORA DE LA VICTORIA

La calle Ataultfo, nº 4

08002 Barcelona

 

 

 

 

VER MAPA MAS GRANDE AQUÍ

La medalla de la Consagración:

Es de alpaca, y se entrega colgada en la cadenita, a los que se consagran con nosotros.

 

En el anverso de la medalla:

está grabada la imagen que hay en el "Santuario de María Reina de los Corazones" en Roma y donde se representa una figura de la Virgen María Reina, con el Niño Jesús en su brazo izquierdo, sentada en su trono (en el centro de la imagen). A su derecha, ofreciéndose como esclavo, San Luis María Grignion de Monfort,  y en el lado izquierdo de la Virgen, un Arcángel. Alrededor de esta imagen, las palabras "REGINA CORDIUM" Reina de los Corazones.

 

 

 

En el  reverso de la medalla:

las palabras preferidas del Santo Luis María "TOTUS TUUS" (Todo tuyo), y que fue el lema del Pontificado del Beato Juan Pablo II.

La cadenita:

 

Es una señal exterior de que somos esclavos de Jesús en María.

Se impone una vez consagrados -puede ser el mismo día de nuestra Consagración- y han de ser bendecidas con una Bendición Propia.

Puede ser de hierro, de acero, de plata, o alguna aleación pero nunca de oro.

Pretende recordarnos que en el día del Bautismo, hizimos unos votos y promesas, y hemos de ser fieles a ellos. LLevandolo encima, muestra que no nos avergonzamos de esta esclavitud y nos preserva de las cadenas del mundo, demonio y carne. Se puede llevar en el cuello, en el brazo, en la muñuca, en la cintura o en el pie, grandes santos, han realizado esta practica.

La Estampa:

La Regalamos en el día de la Consagración.

El autor de la imagen es el pintor catalán Joan LLimona y Bruguera. 

                      (Barcelona , 23 de febrero de 1860 - +Barcelona, 23 de junio de 1926 )

Esta representada La Virgen María con el Niño Jesús abrazado a Ella. 

En el reverso de la imagen, se imprime como recordatorio la fecha de la Consagración y el lugar. 

 

 

 

 

 

Algunos puntos del Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen (TDV) de San Luis María Grignion de Montfort.

Perfecta y entera consagración de sí mismo a la Santísima Virgen

(TVD121) Consiste, pues, esta devoción en entregarse enteramente a la Santísima Virgen para ser todo de Jesucristo por medio de Ella. Debemos entregarle:

1.- Nuestro cuerpo contados sus sentidos y miembros.

2.- Nuestra alma con todas sus potencias.

3.- Nuestros bienes exteriores, llamados de fortuna, presentes y venideros.

4.- Nuestros bienes interiores y espirituales, o sea, nuestros méritos, nuestras virtudes y nuestras buenas obras, pasadas presentes y futuras.

    En dos palabras: todo lo que tenemos en el orden de la naturaleza y en el de la gracia; y todo lo que en el porvenir podemos tener en el orden de la naturaleza, de la gracia y de la gloria; y ésto sin reserva ninguna, ni de un céntimo, ni de un cabello, ni de la menor buena obra; y esto por toda la eternidad, y sin esperar de nuestra ofrenda y servicios ninguna recompensa más que la honra de pertenecer a Jesucristo por María y en María, aun cuando esta amable Señora no fuese, como lo es, siempre la más liberal y agradecida de todas las criaturas.

(TVD122) Conviene notar aquí que en las buenas obras que hacemos hay dos cosas: satisfacción y mérito, o sea, valor satisfactorio o impetratorio, y valor meritorio. El valor satisfactorio o impetratorio de una buena obra es esa misma buena obra en cuanto satisface por la pena debida al pecado, u obtiene alguna nueva gracia; el valor meritorio, o el mérito, es la buena obra en cuanto merece gracia y gloria eterna.

Ahora bien; en esta consagración de nosotros mismos a la Santísima Virgen, le damos todo el valor satisfactorio, impetratorio y meritorio, o sea, las satisfacciones y los méritos de todas nuestras buenas obras. Le damos nuestros méritos, nuestras gracias y nuestras virtudes, no para que las comunique a otros (porque nuestros méritos, gracias y virtudes son, propiamente hablando, incomunicables; únicamente Jesucristo, haciéndose fiador nuestro para con su Padre, ha podido comunicarnos sus méritos), sino para que nos las conserve, aumente y las embellezca. Le damos nuestras satisfacciones para que las comunique a quien sea de su agrado y para mayor gloria de Dios.

(TVD123) De lo dicho se deduce que:
1º.- Por esta devoción se da a Jesucristo, de la manera más perfecta, puesto que se da por manos de María, todo lo que se le puede dar, y mucho más que por las demás devociones, por las cuales se le da o una parte de su tiempo o una parte de sus buenas obras o una parte de sus satisfacciones y mortificaciones. Por esta devoción todo se da y se consagra, hasta el derecho de disponer de los bienes interiores y de las satisfacciones que cada día se ganan por las buenas obras, lo cual no se hace en ninguna Orden religiosa. En éstas se dan a Dios los bienes de fortuna por el voto de pobreza, los bienes del cuerpo por el voto de castidad, la propia voluntad por el voto de obediencia, y algunas veces la libertad del cuerpo por el voto de clausura; pero no se le hace entrega de la libertad o el derecho que se tiene de disponer de sus buenas obras, y no se despoja cuanto es posible de lo que el hombre cristiano tiene de más precioso y caro, que son sus méritos y satisfacciones.

2º.- Se Deduce que una persona, que voluntariamente se consagra y sacrifica así a Jesucristo por María, no puede ya disponer del valor de ninguna de sus buenas obras; todo lo que padece, todo lo que piensa, dice y hace de bueno, pertenece a María para que Ella disponga de todo, según la voluntad de su Hijo y a su mayor gloria. Esta entrega, sin embargo, en nada perjudica a las obligaciones de la persona en el estado presente o en el venidero, por ejemplo, la obligación de un sacerdote por la razón de su oficio, u otra causa, debe aplicar el valor satisfactorio e impetratorio de la santa Misa a un particular. Porque esta consagración se hace según el orden de Dios y los deberes del propio estado.

(TVD125) 3º.- Se sigue, por último, que la consagración se hace a la vez a la Santísima Virgen y a Jesucristo: a la Virgen, como al medio más perfecto que Jesucristo ha escogido para unirse a Él con nosotros y nosotros con Él; y a Nuestro Señor, como a nuestro último fin, y a quien debemos todo lo que somos, como a nuestro Redentor y nuestro Dios.

  

 

 

 

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